19 de enero de 2013

Maestro, por favor.

Todo tiene un límite, ¿no? Todos, queramos o no, debemos ponernos límites, pero .. ¿con qué fin? Con el fin de no excedernos en emociones, o para no sobrecargarnos de angustias; con el fin de equilibrar nuestros actos, de balancear lo justo, lo necesario, lo bueno y lo malo; pero .. ¿quién determina todo esto? Nada depende más que de uno mismo, en cuanto a limitaciones, y a alguna otra cosa quizás .. 
Empecé este 2013, queriendo sentir el viento a mi favor, queriendo sentir el porvenir de lo bueno; empecé trazando una línea entre los días que no quisiera que se repitan, y los que me gustaría darle un replay cada vez que los recuerde; y lo más estúpido fue empezar poniéndole límites al corazón, limitándome a sentir, pero a veces, uno se ciega, uno está demasiado herido como para notar que por más tierra que echemos al pozo para tapar el vacío que queda, siempre se está debajo todo lo que uno quisiera enterrar, pero llega un punto en que todo eso busca salir, y uno en cambio, busca seguir reprimiendo, obviando de cierto modo lo que solemos sentir a flor de piel .. y uno busca, y busca, y no encuentra .. un abrazo que nos abrigue el alma, una mirada que nos transmita seguridad, una caricia que nos alivie, un beso que sane heridas o borre cicatrices, palabras que nos entremescan, un susurro que cause cosquillas, y cosquillas que curen el alma con risas; risas que se conviertan en melodías, sonrisas que se conviertan en prismas a contemplar; uno busca .. sentirse bien.
.. No sé exactamente como es que se sentía sentirse bien, ja, es triste ..  la soledad sigue pactando conmigo. Y a uno le resta esperar, esperar que la vida le tire buenas cartas, o solo esperar, sin saber que. 

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