25 de noviembre de 2012

¿Y vos?

El problema está en que no existen palabras o descripciones: no hay lenguaje para ciertas cosas. Si sé que la respuesta oscila entre el odio y la melancolía, entre el deseo de hablarle y el de callar para siempre.
Una que otra vez miré la ventana y miré las estrellas. Miré la luna que permanecía inerte y fantasee una carta perdida en mi casa. El sobre viajaba por debajo de la puerta, frenaba junto a mis pies y leía las iniciales del remitente .. Dentro decía cosas, palabras, símbolos que hoy sé que nunca quisiste que comprendiera. Una vez más pensé en morir por vos. Increíble que lo haya pensado. Increíble, al menos, haberlo pensado. Era para hacer todo lo que mi cuerpo me pedía, gritar, llorar, insultarte, quemar mis cosas y las tuyas, volverme loca solo para poner un punto final. En fin, ahora entiendo esa relación indispensable entre amor-muerte.
No sé si esas noches pensaste en mi, si aún recordas aquellas cosas que escribiste en dos cartas impecables, con tu aroma y el doblado típico de quien en su vida no ha escrito cartas anteriores, dos cartas tan .. vos. No sé si todavía te hierve la sangre como cuando empujábamos el pecho para dejar de querernos. El tiempo me enseño que no es tan importante saberlo, que hay cosas que están más cerca y requieren atención. Mi casa vacía, mis manos no sienten, nadie lee mis cartas, mis escritos sin mi lector preferido, mis piernas que durante noches estuvieron tiritando de miedo, mi alma tan vacía .. tan vacía de vos.

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